Mis textos

Veintidiez

Todo el mundo me habló de eso y yo nunca lo creí… hasta que me pasó. La crisis de los treinta.

Ni siquiera he logrado comprender en qué momento ocurrió específicamente. O las emociones con las que podría describirla. La crisis de los treinta es algo que no puedes ver, ni decir. Solo se siente y ya.

Y naturalmente, es algo que todos enfrentamos tarde o temprano, solo que pienso que nunca se tiene la fuerza suficiente para lidiar con ello. O al menos, yo todavía creo que no la tengo del todo. En mi defensa puedo decir que he estado peor.

Esta mañana se sintió diferente y no es para menos. Oficialmente estoy cumpliendo treinta años y el hecho de que mi edad ahora comience con un 3 no me asustaba… me ATERRABA. Todavía no estoy muy segura si es en tiempo pasado.

—No es para tanto, Evelyn.

—Solo es un número, Evelyn.

—Qué rápido pasa el tiempo, ¿verdad?

—¡¿Treinta?! ¡¿En serio?! ¡¿En qué momento?!

Y esas son algunas de las cosas que me han dicho últimamente. Y con todas, tengo algo qué decir, como siempre.

Sí es para tanto y estuve muy segura de ello hace un par de meses, cuando además de mi desempleo —que por cierto yo elegí renunciar por mera salud mental—, salí positiva en el test de COVID. ¿Podrías imaginar el nivel de histeria? Treintona, desempleada, con COVID y con muchos sueños y metas sin realizar. Hubo momentos en los que creí que nunca saldría del agujero. Como si de repente, sintieras que pasara lo que pasara, nada lo arreglará.

Hasta que vi Tick, Tick… Boom! Ajá. La película.

Aún con fiebre y sin muchas ganas de moverme, el mensaje principal de la película llegó en el momento perfecto, porque resulta que el Jonathan Larson que estaba mirando, también sentía miedo de cumplir treinta y no dejaba de compararse, como me imagino, todos lo hemos hecho en su momento.

Porque claro, yo también lo pensé un millón de veces:

—Ella tiene menos de 25 años y ya es una autora superventas.

—Ellos son de mi edad y conocen tantos países que no podrían contarlos con los dedos de las manos.

—Él se ha mudado a tantos lugares, tiene muchas cosas por contar.

Y yo… solo tenía COVID.

Pero entonces pensé que yo misma me había subestimado por mucho tiempo, porque aunque muchos crecimos con la idea de lograr muchas cosas antes de los treinta, una vez que llegamos a esa edad entendemos que no necesariamente tiene que ser así. ¿Y quién tiene la culpa de todo esto?

La sociedad. La jodida sociedad.

La sociedad que nos «educó» creyendo que teníamos 29 años como plazo para casarnos, tener hijos, casa propia, ser dueños de nuestro propio negocio, estudiar maestría o ¿por qué no?, un doctorado también, viajar, escribir un libro y correr un maratón. ¿En serio se puede lograr todo eso en tan solo 29 años? ¿Qué no es muy poco tiempo?

Aunque por otro lado, a lo mejor yo también perdí tiempo. Perdí muchas cosas, pero si hay algo que he aprendido es que todo pasa por algo, y siempre es por algo bueno. Porque esa es mi excusa perfecta para negarme rotundamente a que la vida humana es un manual que tenemos que seguir al pie de la letra. Tiene que haber algo fantástico por ahí, esperándonos en alguna parte. ¿No es así?

Exactamente como diría el Capitán América en Endgame: Porque no sé qué haré si no es así.

Además de que últimamente me he sentido muy nostálgica. ¿Alguna vez se han preguntado cómo se sentían hace 15 años? Yo sí. Todo el tiempo y siempre me gusta lo que pienso y no solo sobre mí. El tiempo pasaba más lento; hacía calor en marzo y frío en diciembre; todo era mucho más barato y ni hablar de las maravillas musicales que se lanzaron aquel año. Y lo mejor, tenía 15 años. Solo tenía que ir a la escuela y ya.

Y como prueba de ello aquí estoy, siendo nostálgica otra vez. Pensando en esa Eve que ahora tiene la mitad de mi edad actual (ahh, porque yo nací a las 4 am, así que sí, ya son treinta) y también pienso en la Eve de hoy.

La Eve de hoy está componiendo su vida. Tiene treinta, dos perros, deudas y responsabilidades, pero se encuentra bien. Soñando despierta como siempre, mirando cada atardecer porque es su momento favorito del día. Eve treintona ya no se siente presionada por no cumplir los estándares que exigía esa jodida sociedad. Ha decidido tomarse su tiempo porque en el fondo sabe que tarde o temprano se va a lograr. Eve de 30 años está abrazando a cada Eve, la de 20, la de 23, la de 25 y les ha dicho que todo está bien y que por mucho que no llegara a notarse, todo valió la pena.

Porque simplemente no hay otra opción. Porque, como dije una vez: si no soñara, no estaría aquí.

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